Seguro que, si piensas en el mundo árabe, te imaginas un sabor en particular. Desde el imperio persa hasta las ruinas de Petra en Jordania, Oriente Medio es un gran escenario para disfrutar, engalanado con los colores más bonitos del mundo. Mares de dunas, bazares de especias con olor a incienso y el abrazo amable de los beduinos arropándote a tu llegada.
Sus mezquitas son de una arquitectura y belleza casi imposible, y prendarte de su horizonte cruzando el Bósforo y el Cuerno de Oro es, sin duda, algo inevitable. En tierras de ruinas griegas y romanas no habrá un amanecer que no se te quede grabado sobrevolando en globo las Chimeneas de Hadas de Capadocia.
Sentirte un faraón en Egipto, seguir los pasos de la piedra Rosetta y sus jeroglíficos, descubrir el misterio de ocho caras que el solsticio esconde tras la pirámide de Keops, y viajar 5.000 años atrás en el tiempo, tras el sendero marcado por las flores de loto como antesala de sus majestuosos templos. Es un espectáculo.