El bullicio de Auckland en Nueva Zelanda o adentrarte en la naturaleza más bruta, que te dejará maravillado ante cráteres, geiseres que erupcionan con la precisión de un reloj suizo, o las aguas de colores de Waiotapu. Sentirte como un auténtico Hobbit cruzando arroyos, puentes colgantes y cataratas, dónde te enamorarás de la genuina naturaleza maorí.
La gran barrera de coral es la joya de la corona en tierra de canguros y koalas; su belleza y su inmensidad son imposibles de explicar. Dejarte llevar por las calles de Sidney y Melbourne, o atesorar en tu retina un atardecer bajo el asombroso monte Uluru. Perderte por carreteras infinitas hasta el horizonte como la icónica Great Ocean, en la que los 12 apóstoles te envolverán desde su imponente altura.
Si te pido que cierres los ojos e imagines la playa más bonita del mundo, me atrevería a decir que existe: es la Polinesia Francesa. Bora-Bora, Tahití, nadar entre tiburones, dar de comer a mantas raya, bucear junto a delfines, y el paraíso terrenal bajo tus pies. Oceanía es feroz, salvaje, único, delicioso e inconmensurable. Atrévete a descubrirlo.